Cuenta la Biblia que Josué emprendió una batalla en la ciudad de Gabaón y que, gracias a una eficaz embestida, los israelitas lograron exterminar a un gran número de adversarios. Combatieron durante todo el día; y la victoria de Israel ya casi estaba llegando a su fin, cuando el sol de la tarde empezó a ocultarse por el oeste. Josué comprendió que, si la oscuridad caía sobre el campo de batalla, los enemigos sobrevivientes podrían ocultarse fácilmente en las grutas de las montañas y escapar, con lo cual su victoria no sería completa. ¿Qué podía hacer?
Josué con los brazos extendidos oró a Yahvé para que el sol se detuviera en el cielo y la luna no apareciera en el horizonte. Así el ejército de Israel tuvo luz natural durante todo el tiempo que duró la batalla y derrotó completamente a los cananeos.
Pero ¿qué pasó realmente en Gabaón? ¿Pudo haberse detenido el sol? Existen cuatro teorías propuestas por los biblistas para explicar este episodio:
- La primera, teoría dice que el sol se detuvo realmente en el cielo gracias a una intervención especial de Dios, y allí permaneció un día entero iluminando la batalla, por lo cual aquel día duró mucho más de 24 horas. Esto hoy resulta insostenible, porque sabemos que el sol no se puede detener porque no gira si no es la tierra la que lo hace alrededor del mismo y si el planeta detuviera por un instante su andar, se produciría un cataclismo tremendo, sin mencionar que semejante hecho (el sol durando tantas horas) tendría que haber sido registrado por todos los otros pueblos que en aquel momento eran iluminados por ese mismo sol. Y ninguno ha conservado jamás el registro de semejante fenómeno.
- La segunda teoría sostiene que la oración de Josué para detener el sol es un simple poema que emplea el autor, pidiendo al sol y a la luna que se paren para contemplar el maravilloso éxito que estaba teniendo el general israelita en la batalla. Pero no significa que se hubiera detenido realmente, no sucedió nada extraño.
- La tercera teoría afirma que el relato sólo pretende reflejar el impacto psicológico de lentitud que los hebreos sintieron durante la batalla. O sea que ese día estuvo tan lleno de acontecimientos, y el triunfo fue tan costoso, que el día parecía interminable. En circunstancias así (también nosotros decimos), “el tiempo se hace eterno.”
Pero debemos rechazar esta hipótesis también porque, al igual que la segunda, niega que sucediera "algo" ese día.
- La teoría más probable y consensuada, es que Josué con su ejército, después de marchar toda la noche, atacó de sorpresa sobre durante la madrugada, y el ejército cananeo se desbandó y emprendió la retirada. El ejército israelita lo alcanza, en medio de una tormenta de granizo (Jos 10,11). La tormenta cesó, y el sol comenzaba aparecer entre las nubes que ya se iban abriendo. Entonces Josué rezó para que el sol no saliera en Gabaón, es decir, para que el día continuara nublado, a fin de evitar el fuerte calor del día y hacer que sus hombres pudieran combatir mejor con el fresco de la jornada.
Como recuerdo, se elaboró un poema con las palabras de Josué, que decía: "Detente, oh sol, en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ayalón". Este fue más tarde recogido en una colección de poemas titulada El libro del Justo. Este libro, no contenía los detalles de la batalla sino sólo el poema, por lo que con el paso del tiempo se olvidó el contexto en el que había surgido. Y cuando seiscientos años después se escribió el libro de Josué, se pensó que lo que Josué pedía era que el sol se detuviera en el cielo y siguiera brillando, cuando en realidad lo que pedía era que no saliera.
Como el autor del libro entendió, erróneamente, que ese día el sol se detuvo, agregó "Y el sol se paró en medio del cielo y dejó de correr un día entero hacia su ocaso. Y no hubo día semejante ni antes ni después" (Jos 10, 13-14).
El sol de Gabaón
sigue brillando para nosotros hasta el día de hoy, como queriéndonos recordar los
inconvenientes de una lectura literal de la Biblia puede ocasionar. Por eso
para los que aún hoy, continúan buscando en la Biblia fórmulas científicas
secretas, revelaciones misteriosas y profecías cifradas, conviene recordar la
lúcida frase pronunciada por Galileo Galilei "No busquen astronomía en la Biblia. Porque ella no pretende
decirnos cómo marchan los cielos, sino cómo marchamos nosotros hacia el
cielo".
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