El evangelio de San Lucas (2, 41-52) relata un extraño episodio que le sucedió a Jesús cuando apenas tenía 12 años. Este relato, que es el único recuerdo que se ha conservado de la adolescencia de Jesús, tiene una gran importancia en el Evangelio de Lucas, por dos razones. Primero, porque contiene las primeras palabras pronunciadas por Jesús. Y segundo, porque esas palabras de Jesús no son sobre ningún tema, sino que se refieren a su propia persona; y afirman que él es el Hijo de Dios, obediente a la voluntad de su Padre que está en el cielo. En este episodio, resulta increíble que el niño Jesús haya decidido quedarse solo en Jerusalén, sin decir nada a sus padres, sabiendo que les ocasionaba una gran angustia.
¿Por qué no se lo advirtió? ¿Es posible un comportamiento tan irresponsable en un niño tan inteligente? ¿Cómo pudieron José y María emprender el viaje de regreso de Jerusalén a Nazaret sin asegurarse de que su hijo, de apenas 12 años, estuviera en la caravana? ¿Es posible que sus padres caminaran todo un día sin darse cuenta de que faltaba Jesús? Todas estas y más incoherencias del relato se aclaran cuando nos enteramos de cómo surgió el episodio y por qué san Lucas lo incluyó en su obra.
Hay consenso entre la mayoría de los Biblistas, en que cuando Lucas terminó de escribir la infancia de Jesús (la anunciación del ángel, la visita de María a Isabel, la presentación del niño recién nacido en el Templo), y había escrito la conclusión ("Y el niño crecía, y se fortalecía, llenándose de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre él", Lc 2, 40), seguramente llegó a sus manos un relato que él no conocía: el de Jesús adolescente perdido en el Templo a los 12 años de otra comunidad distinta a la suya.
A Lucas le pareció interesante. Y, con algunos retoques propios, lo agregó a continuación de la infancia que había escrito. Pero al añadirlo, la frase que había puesto como "final" quedaba ahora desubicada. Entonces volvió a ponerla otra vez más adelante, en Lc 2, 52 ("Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia, ante Dios y ante los hombres"). Esta es la explicación de por qué en Lucas aparece dos veces esta misma frase. También, explica la reacción incoherente que demuestra María en el relato del niño perdido en el Templo.
En la primera parte de la infancia Lucas había dicho que María, desde el momento de la anunciación, ya sabía claramente que Jesús era Hijo de Dios. Y da a entender que san José también lo sabía, porque no parece haber habido ningún problema entre ellos cuando nació el niño. Pero cuando más tarde Jesús se pierde a los 12 años, Lucas dice que "ellos no comprendieron" a Jesús. Evidentemente, Lucas mezcló dos tradiciones distintas sobre María, procedentes de dos comunidades diversas. En una, ella sabe todo porque el ángel Gabriel se lo explicó en la anunciación. En la otra, María no sabe nada, y reacciona como una madre normal ante las palabras o acciones desconcertantes de su hijo.
Por último: Lucas no pretende contar un hecho estrictamente histórico ocurrido durante la adolescencia de Jesús, sino simplemente enseñar que él era Hijo de Dios desde su mismo nacimiento, y no a partir de su bautismo. Por eso, la clave para entender todo el episodio está en el v.49, en la respuesta que el niño les da a José y María, diciéndoles que Dios es su Padre, y que por tanto él debe encargarse de sus asuntos. Esto significa "perdiendo" la vida en Jerusalén. El relato lo muestra ahora "perdiéndose" en Jerusalén, como un adelanto de lo que le sucederá después en su pasión y muerte.
María no entendió lo que su Hijo decía. Después lo entenderá. Pero nosotros sí lo entendemos bien. Tenemos el mismo Padre, y por lo tanto los mismos asuntos y urgencias que Jesús, y que no siempre pueden esperar hasta mañana. Sin embargo, poco nos ocupamos de las cosas de Dios: del amor, del respeto, de la caridad, de la solidaridad, del perdón. Todo lo dejamos para mañana. Hay demasiados mañanas en nuestra vida. Para que la salvación sea efectiva debemos empezar a ocuparnos ya de las cosas de Dios. Fue la gran enseñanza que nos dejó Jesús, cuando apenas tenía 12 años.
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