Por: Santiago F. Garavaglia Vodopia
Introducción
En los países de tradición católica, el 1 de noviembre se celebra el "Día de Todos los Santos", una tradición instituida justamente en honor a todos los santos de la Iglesia, conocidos y desconocidos, para honrar y traer a la memoria a las personas que han muerto y a la vez compensar cualquier falta a estos consagrados a Dios por parte de los fieles durante el año.
Historia
En muchos países europeos, el invierno está asociado a la estación más lúgubre y fría. La "muerte" de la naturaleza, según la tradición, se iniciaba cuarenta días después del equinoccio de otoño (22 de septiembre), precisamente con el Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre. Se rinde culto a los muertos y en estos días (el día 2 es el día de las almas, día de los muertos) y se vinculan con la vuelta de sus almas durante estos días y a diversas manifestaciones de su presencia entre nosotros.
La Iglesia primitiva acostumbraba a celebrar el aniversario de la muerte de un mártir en el lugar del martirio. Frecuentemente, los grupos de mártires morían el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común. En la persecución de Diocleciano (emperador de Roma entre 284 y 305), el número de mártires llegó a ser tan grande, que no se podía separar un día para asignársela. Pero la Iglesia, creyendo que cada mártir debía ser venerado, señaló un día en común para todos. La primera muestra de ello se remonta a Antioquía en el Domingo antes de Pentecostés.
La historia de del Día de todos los Santos se origina gracias al papa Gregorio III (pontífice n.º 90 de la Iglesia católica entre 731-741) quien consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los Santos y arregló el aniversario para el 1 de noviembre. Más adelante, a mediados del siglo IX, Gregorio IV (papa nº 101 de la Iglesia católica, entre 827 a 844) extendió la celebración a toda la Iglesia, muy probablemente para contrarrestar la celebración pagana del “Samhain” o año nuevo celta (en la actualidad Halloween) que se celebra la noche del 31 de octubre.
En esta fecha, se venera a todos los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario litúrgico y por tradición es un día festivo, no laborable y de precepto para los católicos, es decir deberán participar de la Santa Misa.
Por ello, es costumbre la visita masiva a los camposantos (cementerios o lugares destinados a enterrar a los muertos), para "coronar" con arreglos florales las tumbas de los seres queridos y por la noche, algunas personas mantienen como tradición las velaciones, que consiste en permanecer en vigilia de oración a la luz de las velas hasta el amanecer o quizás por unas horas para rogar por la salvación del alma de un familiar o amigo.
En el 2013 el Papa Francisco, ante una gran multitud de gente, exhortó: “Dios te dice: no tengas miedo de la santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la santidad de Dios”.